Hace un tiempo reformamos una cocina ya muy antigua y elegimos tonos grises, blanco y negro para suelos, paredes y muebles. Dimos algún toque rojo en ciertos detalles para contrastar. El resultado fue satisfactorio, moderno y práctico porque además pudimos conservar y acoplar perfectamente algunos elementos de la antigua cocina. El problema: las banquetas desentonaban (mucho). Muy buenas, muy resistentes pero, estéticamente hablando, muy fuera de lugar también. La solución: ¡muy fácil! Sólo había que limpiarlas bien, pintarlas (con esmalte negro satinado) y encontrar un adhesivo o plástico decorado y resistente para la parte superior (en este caso, y a falta de cualquier otra opción que no encontré, corté un cuadrado de mantel plástico decorado y lo pegué con cola). El resultado: Una cocina completamente combinada, aprovechando al máximo los materiales (antiguos y modernos).
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